“LA MENTE. La última frontera”. Juan Pedro Nuñez Partido.
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Aunque es un tópico decirlo, e incluso es un tópico
recordar que lo es, para mí es un honor y un verdadero placer escribir estas
líneas que prologan esta obra. Lo que el lector -estudiante de Psicología,
investigador de ciencias Cognitivas o persona inteligente y curiosa- va a
encontrar en estas páginas es algo poco común. En primer lugar, porque no es
nada usual que un libro sobre el funcionamiento de la mente tenga como
protagonista precisamente a la mente y su funcionamiento global e integrado.
Fruto sin duda de factores sociales y políticos de las Universidades y centros
de investigación, los equipos que se
afanan por estudiar y comprender la respuesta emocional, no dialogan -por
ejemplo- con los equipos que estudian determinada función memorística, de forma
que la integración del conocimiento y la emergencia de una comprensión sobre
cómo funciona integradamente la mente se deja en manos del alumno de Psicología
o del investigador en formación. Sin embargo, esta visión integrada es
extremadamente difícil de lograr (bien sabemos que la totalidad es más que la
suma de las partes) y precisamente ésta es la gran contribución del profesor
Juan Pedro Núñez: nos propone un puzle coherente con lo que sobre las distintas
funciones mentales se ha ido aclarando y comprendiendo a lo largo del siglo de
existencia de la psicología como ciencia. La psicología es una
ciencia joven que no tuvo infancia, ni tiempo para construir un bagaje
común y en unas décadas ha desarrollado una vertiginosa actividad
investigadora, y como resultado se ha descuidado la actividad de recoger la
sabiduría destilada a partir de estas investigaciones necesariamente
parciales.
En estas páginas, el autor va eligiendo aquellos datos y
modelos que tanto por su solidez, como por la coherencia que tienen con el
resto de las actividades mentales arrojan luz sobre cómo trabaja nuestra mente.
Esta selección esconde la brillantez del autor. En estas selecciones y en el
diálogo que surge a partir de los datos
y modelos, el autor va tomando postura, aclarando términos, cambiando la
perspectiva, y a la par, el lector es invitado a posicionarse, aclarar sus
propios términos e ir ampliando y cambiando sus propias perspectivas. El
recorrido empieza desde lo más elemental y termina en los aspectos más
complicados y controvertidos de la investigación sobre la mente humana. Entra
en el debate de temas complejos, en los que investigadores podrán encontrar
novedosas tomas de postura generadoras de hipótesis específicas. Junto con
ello, el libro no descuida al lego ni al estudiante de Psicología, para el que
se destinan “fichas técnicas” más completas y de corte más académico.
¿Y cómo describir el modelo de funcionamiento integrado
que se propone en esta obra? El modelo que se construye se fundamenta en
un eje principal, la dimensión más importante de nuestra mente, y hasta
hace poco la más ignorada por la psicología científica: la dimensión
consciente-inconsciente. La gran osadía y la gran revolución es precisamente la
elección de este centro de gravedad, la consciencia-inconsciencia, que permite
tejer el tapiz integrado de los procesos mentales. La belleza del modelo se
hace sublime cuando el lector se acerca a la comprensión de que en el centro de
esta galaxia cuyos brazos en espiral son la consciencia y la inconsciencia,
habita un agujero negro, el gran misterio por resolver en la ciencia
contemporánea: no comprendemos (¿aún?) cómo surge la experiencia consciente a
partir de la materia viva que conforma nuestro cerebro y el resto de nuestro
cuerpo.
Quiero abordar ahora aspectos de esta obra menos
explícitos y que me parecen igualmente revolucionarios. Lo que va a encontrar
el lector es un diálogo profesor-alumno,
donde todo se va hilando y tejiendo para que al final, cuando se toca el tema
de la consciencia y el inconsciente, la inteligencia artificial o la libertad,
todo cobre sentido. No es casualidad que así sea, que este diálogo, este
intercambio de dos mentes (conscientes e inconscientes) sea el telar del que
surge el conocimiento. No es la mente la generadora de verdades, sino la
comunicación, la red, el diálogo fructífero. Se supera así la visión de una
mente aislada, tan común en las ciencias cognitivas, y se apunta a la mente en
intercambio, como una frontera más de nuestro conocimiento, y al intercambio
mismo como motor que expande estas fronteras. No cualquier red, cualquier
diálogo es provechoso, y también conviene destacar las características de la
comunicación que vamos a encontrar: el maestro escucha, alienta pero al mismo
tiempo propone retos y problemas al discípulo. Esta tensión en el telar de la
generación del conocimiento, pone al discípulo en búsqueda de las propias
respuestas. En esta búsqueda, surgen estructuras de pensamiento implícitas e
inconscientes, que el maestro va cuestionando con una mezcla insólita de
acogida, crítica, orgullo, seguridad y humor. Este bien-hacer del maestro
desencadena los recursos del discípulo que lejos de dejarse intimidar, acepta
el cuerpo a cuerpo, como sabiendo que no hay nada que perder, que la derrota es
mejor que la ignorancia, que la derrota no es tal. Aunque el diálogo socrático
es un procedimiento bien antiguo, no tiene alternativa y Juan Pedro lo encarna
también más allá de las páginas de este libro. En ocasiones el maestro se sabe
expuesto al riesgo y acaba reconociendo cambios en sus perspectivas. Mi deseo
es que el lector pueda sentir esta emoción tan trascendental que impregna la
búsqueda, la certeza de que el descubrimiento no pertenece a ninguno de las dos
personas que dialogan, sino que emana del mismo diálogo que juntos comparten.
Este diálogo que he tenido la gran suerte de
compartir con Juan Pedro, expresa metafóricamente el mismo procedimiento
científico, quizá una de las invenciones más fructíferas del ser humano: la
capacidad de generar un conocimiento provisional, la valentía de exponer las
propias convicciones a la crítica, la convicción de que el conocimiento no
pertenece a uno, sino que por ser comunitario y criticable es definitivamente
conocimiento, (por ahora) válido. El diálogo maestro-discípulo es un viaje que
no puede acabar mal, porque paradójicamente el viaje es la meta, y aunque
siempre queden descubrimientos pendientes, la promesa de Ítaca alienta un viaje
lleno de profundo encuentro y descubrimiento.
No quiero terminar sin señalar otra gran novedad de este
libro. Juan Pedro Núñez es psicólogo y escribe desde la Psicología y la
Psicoterapia, y se nota. Por el contrario, la mayoría de las propuestas de
divulgación sobre la mente provienen de la filosofía o la neurología. La mirada
que vamos a encontrar en las líneas que siguen está llena de comprensión sobre
las funciones de la mente, y su relación con el bienestar de los seres humanos,
y el crecimiento de las personas y las comunidades en las que habitan. El diálogo abierto y valiente que Juan Pedro
ha mantenido con alumnos, pacientes, amigos y consigo mismo ha generado el
libro que tienes en tus manos. Te deseo un buen viaje.
Rafael Jódar Anchía
Laboratorio de Psicología de la Universidad Pontificia
Comillas
Madrid, 24 de Noviembre
de 2011