En la voraz cotidianiedad se me
olvida aquello del autocuidado. Ya lo decía Jorge Bucay en su cuento “El
leñador tenaz”, hay que parar y afilar el hacha. Yo tengo un piloto automático
muy pesado que cree que puede volar infinitamente y que no admite ni la dura
realidad del “no puedo más” ni me consiente reconocer la incapacidad sentida y
vivida aquí y ahora.
La, tan a menudo, maltratada
autoayuda (pobrecita ella) vino a socorrerme justo en el momento más delicado para
susurrarme al oído las siguientes palabras mágicas “anda guapa aplícate el
cuento”. Y es que los psicoterapeutas debemos estar especialmente atentos y
atentas a las señales de cansancio, de vulnerabilidad, de incapacidad, de
hartazgo.
Es importante abordar este tema y
diferenciar las dificultades derivadas de sostener un elevado ritmo vital de
las historias y vivencias con las que trabajamos a diario. Cuando se empiezan a
mezclar unas y otras es hora de parar y meditar unos instantes, tomarnos un
momento de respirar y retomar el control de la nave.
Si lo que te escribo en estas líneas
te resulta familiar, si notas que te pesan tus tareas más de la cuenta, si
percibes el sonido lento y costoso de tus engranajes mentales es hora de
recuperar un espacio donde, simplemente, ser persona. Te recomiendo el cuento
de Bucay. Somos nuestra herramienta.
Nuria Vargas Hernández.
Psicoterapeuta individual y de grupo.
nuriavargas-psicologosalcala.blogspot.com
Puedes encontrar el cuento “el leñador tenaz” en el libro
“Déjame que te cuente. Los cuentos que me enseñaron a vivir” de Jorge Bucay,
publicado en 2.005 por RBA Ediciones de Bolsillo.
Gracias Nuria por tu reflexión y por aportar tu energía a la Asociación
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